si hay algunos cielos mi madre tendrá (todo para ella)
uno. No será un cielo de pensamientos o
un frágil cielo de lirios del valle sino
un cielo de rosas rojinegras
- E. E. Cummings
Anteriormente,
cuando hablé de evacuaciones y como el sexo y defecar son procesos e instintos
que se omiten con la intención de negar la animalidad del hombre, olvidé
mencionar la muerte. Morir no es un instinto, pero sí es un proceso, uno que
comienza desde que se nace, que como los anteriores empujan al individuo hacia
la masa, lo aparta de su personalidad; y en el momento en que el corazón deja
de latir, te vuelve en un concepto, estando ahí en una plancha fría en un ataúd,
no eres lo que fue, eres el recuerdo, la idea de quién fuiste, por qué ya no eres.
El morir como defecar es algo de lo que nadie se salva
y la razón por que el instinto del humano como especie superior es vencer a la
muerte es la necesidad de crear, en contra de la naturaleza que te empuja a la
muerte; crear por ti mismo como lo hizo Dios, negar lo bajo, mundano y común,
por lo divino y elevado, como si lo mereciéramos. Incluso aún cuando te has
convertido en nada, queda la huella, en un cementerio, en una cripta, en una
urna; aún cuando los que te conocieron también han muerto, queda tu nombre aferrándose
a una supuesta eternidad.
Cuando uno se encuentra de frente con la muerte tiene un sinfín de
preguntas, un mar de dudas; uno es acosado por los pensamientos, por los
recuerdos y es lo que hace mucho más difícil respirar. Y sin embargo allá
afuera todo sigue como si nada, la gente camina, las rutinas siguen y los días
no terminan, sigue saliendo el sol; y en vez de ser egoísta y querer que todo pare,
uno cae en cuenta que es la belleza de la vida, que en realidad no termina;
todos siguen sus procesos, sus caminos y los ciclos vuelven a repetirse. Pero
la vida se estira, se desgasta, y tiene que terminar; en esa situación uno no
piensa en el destino, en el más allá, en el paraíso que fue prometido, piensa
en que todo sigue, es un pensamiento alentador y hermoso.
Todos los rituales, las palabras basadas en una ideología, en una religión son dolorosas es cierto, pero no podemos negarles las
esperanzas a quién la desea, en cierta forma todos necesitan algo a que asirse,
un pensamiento que los reconforte, es un deseo tan grande que desaparezcan
todas esas dudas y que todas esas promesas sean reales. Que si existe un cielo,
que exista para ella, aunque los demás no lo merezcamos.
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