Ejercicio del taller de ensayo autobiográfico
Uno: el momento definitorio de tu vida
¿Quién era yo antes de los 22 años? Es dificil
definirle a ella, había gustos, lugares y personas, pero ninguno parece haberse
quedado hasta ahora al punto en que me es dificil recordar. Recuerdo que me
gustaba pensar en situaciones concretas que seguramente recordaria toda mi vida
y sin enbargo ya he olvidado. Me gustaba jugar a un futuro que probablemnte
nunca sucederia, como si aún hubiera posibilidades para mí, tal vez entonces
las había. He rondado los momentos cotidianos de mi vida con la sensación de no
estar
Primer semestre de carrera. La tarea: el día más feliz
de tu vida, o el día más triste. No hubo ninguno, lo invente. Escogí una
anecdota y la nombre triste, realemente no lo era. Siguiente asignación: una
autobiografía. Rasgos había en ese texto sobre alguien, pero no era reconcible,
algo había tal vez, alguien.
He querido encntrarme con alguna voz poetica desde
entonces, alguna que me dicte el camino correcto y la desiciones adecuadas,
como si todavia pudiera sentarme en un pupitre a fingir que sé qué es todo eso
de lo que los demás están hablando. Fingir que hay una lista de gustos y
conocimiento de los que puedo hacerme y darme a conocer. En algún momento,
antes de los 22 años aprendí a escuchar los detalles en una canción, pequeñas
acotaciones entre el silencio que hacen que todo sea más bonito; como solía ser
antes de los 22 años.
Dos: el que sigue sucediendo
Va a ser un año en que me fui de su casa y no volví.
¿Qué haremos para festejar el aniversario de su ausencia? De qué forma las
ausencias es lo que hoy en día recuerdo más que nunca. Conocer a __; hago lo
posible para decir que es un momento definitorio pero no me conviene. Elegirlo
a él es elegir la tristeza, las heridas, quedarme sin paciencia, una elección
que hice cada día durante cuatro años de mi vida; sin embargo el miedo no se me
quita, preferiria que no, que no me definiera el miedo que él me metió, que no
se tratara de la persona pequeña y disminuida que él dejó, la ansiedad y la
tristeza en que se conviertió la convivencia. ¿Qué momento más definitorio que
aquel en que decidí quedarme junto a alguien que no me quería? El momento en que
elegí la tristeza a la vida, la sombra que vino a aplastarme durante tanto
tiempo.
Quisiera hablarte del momento más feliz del que tengo
recuerdo. Tu casa en la madrugada, ambos saliendo de bañar, no quedamos un rato
sentados en tu sillón viendo la tele, pasando canales, nos detuvimos en un
documental sobre supervivencia en siberia como si fuera la edad de hielo, e
hicimos muchos comentarios, muchos chistes, nos reíamos juntos. El momento más
cotidianos que podíamos compartir es el recuerdo más feliz que tengo, era el
momento, para mí, de completa plenitud.
Fue después de los 22 años que me nació la necesidad
de la compañía. Me sabía abandonada en el mundo deseaba sosteneme en algo,
asirme al suelo y encontrarme en la tierra de la que siempre he renegado,
moverme con el mundo del que quise deshacerme. ¿Quién era yo antes de_____? Asustada era
entonces, asustada soy ahora, pero lo que no era, era la ternura. Con el fui la
ternura que nunca conocí antes, con él fui el deseo del futuro que creí que
nunca conoceria. Me sentía sola cuando lo conocí, aterrada, creí que nunca
tendría cariño en mi vida y me aferré a aquel que conocí. Durante mucho tiempo
él era mi lugar seguro, lo convertí en mi propósito y su felicidad fue la
finalidad de mi vida, a tal grado que me disolví en sus gestos, sus gustos, en
el sonido de su voz y de su risa. ¿Acaso perdí yo el propósito al escoger él a
otra persona? De la disuelta persona que era, tuve que volverme a reensamblar
al escucharle decir que preferia a alguien más. Sigue sucediendo, los estragos
de lo que fue siguen ocurriendo. Pero yo no hubiera llegado a él, no de esa
forma tal vez.
Tres: la nueva definición de ti
Todo sucede despues de los 22 años ¿Quién soy yo
despues de los 22 años? He vivido en el cansancio y la asuencia desde entonces,
mi ansiedad explotó, entró a mí un terrible miedo a equivocarme, que la
pretensión me desbordara y el impostor surgiera. ¿Qué tipo de cansancio surge
cuando a los 22 años pasas tu tiempo entre camas de hospital? Un tipo de
tristeza autoproclamada me llenó cuando
mi papá tuvo pena de mi responsabilidad: “Pobre de ti” me dijo. “Pobre de ti,
primero cargando con tu mamá y a hora conmigo”. Que tipo de carga cuando
estando sola en esta casa no lo pude levantar del suelo del baño y lo vi
apagarse a mis pies. ¿Y si hubiera estado ______ conmigo entonces? Si hubiera podido
llorar con él en el funeral de mi madre, si hubiera habido alguien que se
sentara junto a mí, no a tenerme pena sino a acompañarme solamente. Si alguien
me hubiera dichoa a los 22 años que en el funeral de tu madre debes tomar un
trago de vodka que te caliente la sangre, que no puedes escapar porque todos
esperan consolarte, preguntarte si ya has comido, si has dormido si quiera. Si alguien
me hubiera dicho a los 22 años que no volverías a tener la misma hambre, la
misma alegría, los mismos sueños. Si alguien me hubiera dicho lo que es saberte
sola en el mundo, suceptible a los errores, al cansancio, a una responsabilidad
que no pareces comprender hasta mucho tiempo después. Lo qué es tener una casa
pensada para una familia sin una familia.
Lo que queda ahora es reconocer cada hueso de la mano,
cada palabra escrita, desde la conciencia de los sonidos atiborrados en la
calle, las voces que se han ido, que apenas se recuerdan. La tristeza de sus
ausencias es la añoranza de los 22 años y el cansado proceso de volvernos a
armar ¿qué no es ahora cuando más me siento yo? ahora que me sé sola pero no
solitaria. ¿Donde quedó el arrojo de los veinte años que te obliga a escribir
como en la adolescencia, a redactar con la impertinencia de la juventud; a
escribir en caliente como lo describe
Luna Miguel? ¿Existe la inspiración todavía para las que nos hemos agotado
hasta disolvernos?
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