sábado, 2 de mayo de 2015

Encontrándose en la traducción: perspectivas del doblaje de voz



*Trabajo académico presentado para la materia de Sociolingüística, del octavo semestre de la Licenciatura en Letras, en la Universidad Autónoma de Zacatecas.




1. El ataque
“Hashtag contra la intolerancia” es el grito de guerra que cierto noticiero matutino expresó al dar a conocer las declaraciones de un tanto conocido actor hollywoodense hacia cierto director de nacionalidad mexicana recientemente ganador de un premio de particular renombre. Para parafrasear la situación, el mencionado actor manifestó que el que alguien cuya lengua nativa fuese el español, pudiera reunir dos palabras como “genocidio cultural” en inglés, ya demostraba una resaltante inteligencia. Claramente los comentarios al respecto se volvieron violentos, si se puede decir; el término racista no se alejó de las manifestaciones en contra de tal actor y en contra de la industria que representa; la defensa natural de la patria, la nación, de la identidad y hasta del idioma llenaron los espacios electrónicos dedicados a la manifestación de nuestras opiniones pasionales y subjetivas ¿acaso arremeter contra nuestro idioma no es arremeter contra nosotros? ¿no es algo natural aquella reacción? Porque más allá de lo que aquel director cinematográfico pudiera argumentar, la afrenta era para todos nosotros, los hablantes nativos del español, algo que va mucho más allá de la nacionalidad del hombre al que se respondía, incluía a gran parte del continente, a una cantidad considerable de la población mundial; y más aún si se resalta el hecho de que las palabras “genocidio cultural” no se escuchan muy diferente entre el inglés y el español.

2. Alguna que otra terquedad
Tal vez aquellos comentaristas que expresaron su opinión al respecto, que llamaron racista al enunciador de tal comentario, no lo hicieron en la clara manifestación de su orgullo lingüístico, no pensaron en los millones de hablantes que englobaba y la identidad lingüística que despreciaba ¿no es éste acaso el mejor ejemplo de prejuicio lingüístico? Y ahora ¿qué sucede cuando esos millones de hablantes llenan de prejuicios su propia lengua?
Claro, está el roce entre las lenguas y los hablantes de estas, en la creencia de que existen algunas mejores que otras, con sus respectivas razones –si es que las hay– y sin embargo los hablantes pueden, dentro de su misma lengua, ser prejuiciosos entre ellos, así al defender su lengua de los ataques extranjeros, la mutilan, la excluyen de sus variantes y estereotipan a las mismas; porque el hablante nativo del español al que se hacía referencia no era aquel de la Patagonia, era el mexicano o así nos lo quisieron hacer ver; justamente ahí está la exclusión, el hombre de Valencia, España, no lo sintió personal, ni el ejecutivo de Buenos Aires, pero sí fue así para el estudiante de ingeniería del Estado de México, para los tuiteros del D.F. o los blogeros de Cuernavaca. ¿Cómo podemos negarnos a la convivencia, a la inclusión si negamos como integrador aquello que más nos identifica: La lengua?

3. La voz ajena como identidad
Hay un pequeño rincón dentro de la nueva cultura occidental, el cual se encuentra entre nuestras diferencias, que hasta hace algunos años estuvo alejado de tales mutilaciones; un pequeño detalle dentro de la industria y la distribución cinematográfica-imperialista que ha sido olvidado por estudiosos y observadores, que se ha retomado por la nueva horda de fanáticos durante los últimos años; aquella expresión artística y rama de la actuación que si bien lo identificamos como algo cien porciento mexicano, también dotó de una identidad particular a todos los hablantes del español durante un periodo de la historia, incluso a aquellos cruzando el Atlántico: hablo de la transferencia lingüística sincronizada, un nombre bastante elegante y técnico para el comúnmente conocido como “Doblaje de voz”.
Aquello que llama mi atención sobre este acto es lo inclusivo que fue durante mucho tiempo con las diferentes variantes del español, gracias a la existencia del doblaje llegó a hablarse de un “español neutro” de una lengua propiamente reconocible para todos sus hablantes, que dejaba de lado los localismos, los acentos y proponía la unificación de nuestra lengua, sin embargo el gran problema de este proyecto era el producto que estaba unificando y el por qué.
El hablar por otros no es algo nuevo en la humanidad, pero aquello a lo que hoy en día se le presta voz es producto manufacturado creado para el consumo masivo, el producto audiovisual, su venta y distribución. La identidad que se defendía líneas atrás no existe propiamente si aquello que se integra por la última versión en español es un producto de otro contexto, de otra idiosincrasia, de otra visión de mundo, la cual manifiesta en el uso de la lengua en el que fue creado. Hace más de medio siglo Jorge Luis Borges hablaba con desprecio de este joven fenómeno:
El arte de combinar no es infinito, pero suele ser espantoso. […] ahora la cinematografía acaba de enriquecer ese vano museo con “el doblaje”, un artificio maligno que combina las facciones de Greta Garbo con la voz de cualquier dulcinea española. ¿Cómo no quejarnos ante ese prodigio penoso, ante esas anomalías fonético-visuales?[1]

Es de esmera curiosidad que una mente tan brillante ponga tal atención a algo tan nuevo y quizá hasta banal. Eso que yo considero atrevido y sano para nuestra lengua, Borges lo encontraba aberrante, pero no por lo que significaba para el español sino aquello que le hacía a la “obra de arte”; es un argumento que aún defienden muchos detractores del doblaje de voz, lo mutilante que puede ser con la obra. Para mí siempre significó un producto diferente, independiente de cualquier juicio estético anterior.
Algún argumento tajante para justificar al doblaje dice que si no se deben doblar películas, no se deben traducir libros, esa defensa ya fue refutada por el mismo Borges: “Quienes defienden el doblaje razonarán que lo mismo se le puede objetar a cualquier otro ejemplo de traducción. Ese argumento desconoce, o elude, el defecto central: el injerto arbitrario de otra voz y de otro lenguaje”[2]. Sin embargo la idea de injerto, aunque no equivocada, escapa de una mucho más amplia que define esta práctica. Después de todo ese hecho que daba entrada a los apasionantes comentarios del autor significaba una industria creciente pero no falta de orgullo, que justo en esa época veía su etapa más prolifica y de más alto estandar en nuestro país. Salvador Najar, actor de doblaje, conocido por ser la voz de la rana antes llamada René y del eufórico tigre Toño, en su libro Doblaje de Voz: Orígenes, personajes y empresas en México, defiende su profesión del anterior comentario:   

Sin embargo, si se observa el asunto con mayor detenimiento, se encontrará que el doblaje a otros idiomas es un fenómeno multifacético y que en él se hallarán todos los aspectos simples y complejos, propios de cada civilización, ya que, igual que la traducción de libros (y debido al universo temático y de influencia que ambas formas de transferencia representan), el doblaje puede ser visto como un fenómeno artístico, ideológico, cultural, social, político, científico, histórico, comercial, religioso, lingüístico, laboral, entre otros.[3]

4. La voz para vender
El doblaje de voz ya se ha utilizado como una herramienta de identidad nacional, cuando en algunos países como la Italia fascista, estaba prohibida la proyección de cintas en otro idioma que no fuera el italiano. Antes de eso como un método de comercialización y distribución  cinematográfico, “útil herramienta cotidiana recuperó para Hollywood el control de la universalidad perdida con el cine hablado”[4], el verter cualquier película a otro idioma, lo cual, aunque relativamente nuevo lleva con nosotros de manera formal casi un siglo. “Ya para 1929 surge la aplicación práctica del doblaje de la voz como transferencia lingüística sincronizada”[5], cuyo propósito en su forma más básica es simplemente dar mayor alcance a un producto. Como ejemplo, hasta hace poco era ilegal que películas animadas se proyectaran en inglés, por la crencia del carácter infantil de éstas.
A pesar de tratarse de una práctica tan común y tan natural, no sólo en un sentido económico, constantemente se aludía al doblaje hecho en México como el mejor del mundo, y aunque la calidad no se encuentra deficiente actualmente, la apertura de otras industrias pone en duda tal afirmación. Desde los años treinta hasta mediados de los años noventa, la excelencia era insuperable. El doblaje orgullosamente mexicano –como se conoce en la industria –hizo gala de la peculiaridad propia de la nación y de su identidad para apropiarse de los títulos producidos en Estados Unidos, convirtió a los Flinstones en los Picapiedra, a Top Cat en Don Gato por poner algunos ejemplos.
Haciendo uso de coloquialismos, localismos y la idiosincrasia propia de la región, convirtió el entendimiento de las obras en algo latinoamericano; así esa habla mexicana pasó a una universalidad irrepetible, convirtió el acento “neutro” en el reconocido para todos los hispanohablantes. Durante un momento todos los hablantes nativos del español reconocían las mismas palabras, los mismas ideas y a los mismos personajes.
Antes de los años noventa no había un doblaje particular y exclusivo para España, muchas de las cosas que se doblaban aquí, en Puerto Rico o en Los Ángeles llegaban intactas a este país, claro que esa forma tan diferente de su lengua terminó por separar más aun los continentes, crea la aún más notoria diferencia entre el “español latino” y el “español de España”. Los latinos defendían la neutralidad de su doblaje y los españoles reprochaban la falsedad de éste; aún ahora es tema de fuertes discusiones en la internet, defender su identidad nacional a partir de su lengua y ésta a partir de su doblaje de voz.

5. La identidad y el doblaje de voz
Retomando a los productos estadounidenses apropiados ideológicamente por la lengua el más claro ejemplo es la serie de televisión Los Simpson, un producto puramente americano, que expresa los valores de aquella sociedad, los critica y los trasgrede; y aún así es Latinoamérica la región del mundo que más consume y disfruta esta creación. Es esa apropiación que define la sociedad mexicana pero que la identifica con el resto del continente. Son sociedades muy diferentes las que conforman Latinoamérica, no obstante encuentran unión en el hablar neutro de los personajes, que no son de ellos y que no responden a ninguna de sus necesidades.
Tratar ese idioma particular que sólo se habla en el doblaje es un punto interesante ¿realmente es posible que esta rama de la actuación en su afán de alcanzar más público creara su propia variante de la lengua? De ser una variante más del español, existen ahí un sinfín de posibilidades por analizar. Salvador Najar explica que este fenómeno no es propio de doblaje hecho en México, es un acontecimiento que responde a cualquier lengua con una gran variedad de acentos. Lo describe: 
    
El concepto de acento neutro es fácilmente confundible con otra norma de la misma época, el castellano neutro, que no se refiere al acento de los actores sino al lenguaje utilizado por ellos, al uso de un idioma castellano pretendidamente universal, que selecciona las palabras y nombres más comprensibles para todos o para la mayoría de los países en los que se habla dicha lengua.[6]

Este concepto acarrea la idea de que aquí en México como se realiza ese español “neutro”, son los mexicanos quienes de hecho hablan el español definitivo y correcto. Sin embargo Salvador Najar esclarece que este nuevo “dialecto”, no tiene nada que ver con la nacionalidad que lo produce sino como una necesidad del distribuidor para todos los hablantes del español:

En cambio, ese otro lenguaje raro, ha terminado por ser un dialecto particular, propio solo del doblaje de transferencia lingüística; un fenómeno general de traducción devaluada que se manifiesta en todo el mundo y no únicamente en el doblaje a nuestra lengua […] Con respecto al buen uso del idioma -el mal llamado e inexistente español neutro-, es innegable la gran dificultad que representa el traducir bien y adaptar en un castellano erudito y, a la vez, popular.[7]

Este fenómeno de la traducción sucede de una lengua extranjera a la nuestra y a causa del amplio mercado al que se refiere: Latinoamérica, pero el verter el español en cualquier producción implica mucho más que el simple traslado entre idiomas, la adaptación de conceptos, pero eso incluye la adaptación a la actuación, al ritmo, la respiración, la intención y el movimiento de los labios, así como también exigencias propias del medio como “la pronunciación perfecta de las palabras y de los nombres extranjeros, pero no dichos como suena su escritura en español, sino en la forma como se pronuncian en su nación de origen”[8], todos esos elementos que convierten al doblaje de voz en el injerto mencionado anteriormente pero que también condiciona la elección lingüística que la diferencia del habla común y corriente.

6. Para finalizar
Hace algunos años la actriz María Rojo en su periodo como senadora del PRD tuvo la obtusa idea de proponer la ilegalidad del doblaje de voz, con el argumento de que esa “viciosa” práctica quitaba público y valor al cine mexicano hecho en español, sobra decir que esa exagerada idea no dio frutos, pero puso en consideración de sindicatos y asociaciones el valor de este producto orgullosamente mexicano que sirve de representante de nuestra lengua y su variante “neutral” en el resto del mundo hispánico. Lo que es claro es que el doblaje en español se produce y consume en todo el continente y sin embargo las otras industrias no logran deslindarse de su acento, no logran apropiarse de los productos identificando a toda Latinoamérica, con sus claras excepciones.
Manifiesto aquí mi propia predilección por el doblaje hecho en este país, el cual aún considero el mejor del mundo y que defiendo en cualquier oportunidad como creador de identidad lingüística y representante de una muy válida profesión que solo obtiene cariño y admiración en su representación en español.




[1] Alguien, Borges sobre el doblaje cinematográfico, revisado en http://algundiaenalgunaparte.com/2009/01/25/borges-sobre-el-doblaje-cinematografico/
[2] Ibídem.,
[3] NAJAR Salvador, El doblaje de voz: Orígenes, personajes y empresas en México, 2008, Versión en línea, p. 29
[4] Ídem, p. 108
[5] NAJAR Salvador, El doblaje de voz: Orígenes, personajes y empresas en México, 2008, Versión en línea, p. 28
[6] Ídem, p. 152
[7] Ibídem.,
[8] Ídem, p.154