viernes, 28 de diciembre de 2018

El ser

Dejé mi ejemplar de La insoportable levedad del ser sobre el buró junto a la cama durante casi un mes, quería desmenuzarlo, dejar sobre él la huella de mi lectura; ya hace un año de eso. Paso algo curioso con aquel ejemplar: lo regalé; lo tomé de mi librero y se lo di, lo tenía decidido hace tiempo y quería que ese regalo fuera más un pedazo de mí que un simple libro. Dejé su hueco en mi librero, como un recordatorio de esa parte de mí que ya no me pertenece, curiosamente ahora forma parte de una colección de regalos empolvándose con tantos otros, me recuerda lo inútiles que son los regalos. Desde ese día hemos estado intercambiando libros, yo se los compro, le doy de los míos y él supone que debe corresponder con alguno de los suyos, pero nunca ha sido esa mi intención. No sé porqué, parece que lo mío ya no me pertenece, que es una extensión de mis sentimientos por él, porque yo estoy en los objetos, esos que he conseguido a lo largo de mi vida, cada uno tiene su historia y por fácil o complejo que sea separarse de ellos, algo significan. Yo estoy en los objetos, y aquel día que dejé ese hueco en mi librero, yo fui suya.
Debajo de la escalera encontré un tocadiscos, ochentero, con radio, cassette y sin bocinas. De nuevo tomé un pedacito de mi historia para regalar. Ese tocadiscos fue decorado de mi cuarto mientras crecía, pues no tenían dónde más ponerlo. Mis muñecas posaron junto a él y le pegué toda clase de cosas extrañas. En algún punto terminó bajo la escalera juntando polvo, no se había prendido en años, pero él lo hizo encender, lo hizo sonar de nuevo y discos que llevaban meses sin escucharse volvieron a sonar.  No sé lo que es pero mi inutilidad en esta temporada de dar regalos se ha convertido en dar pedacitos de mí, y no sé si al final de todo quede algo para mí misma.