jueves, 12 de junio de 2014

El hombre que produce mierda

*Trabajo académico presentado para la clase Hermenéutica, del sexto semestre de la Licenciatura en Letras, en la Universidad Autónoma de Zacatecas.



El único responsable de la mierda es aquel que creó al hombre.
-Milan Kundera,
La insoportable levedad del ser


Cuando uno se encuentra en los límites de la enfermedad, cuando se encuentra vulnerable y desproporcionado, ese momento en el que debe resignarse y ubicarse en un ambiente controlado y estéril, donde la evacuaciones y los procesos se vuelven importantes. En un hospital las regulaciones y los cuidados, siempre referentes al cuerpo humano y sus funciones, fluctúan entre el asco y la desesperación, y es que hace falta un estomago fuerte para soportar la cantidad de cosas que se liberan cuando existen riesgos y enfermedades. Aquellos que se dedican a las limpiezas, las manifestaciones del cuerpo y la revisión de los fluidos que se forman durante el proceso, el proceso de una persona que se encuentra, vulnerable, desnuda y enferma; por que es claro que si algo se ve en un hospital son culos. Este es un trabajo de mierda, referente a la mierda.
Pero no existe la definición de mierda solamente en los sitios vulnerables, donde el ser humano se vuelve uno de los demás, dónde pierde su individualidad, donde sus procesos y fluidos son expuestos para la práctica médica; dentro de este edificio no existe la desnudez como motivo de vergüenza, y es perturbador pensar en aquello que con tanto ahínco tratamos de disimular y ocultar para protegernos de los demás, es exhibido de la manera más normal y simple frente a los demás que deben dedicarse a la mierda día con día. No se trata de que ellos no vivan entre sus desechos en la cotidianidad, pero el hombre se ha esforzado demasiado para ocultarla, para alejarla del pensamiento público, de lo políticamente correcto; y sin embargo, todos cagan.
La sospecha en este caso, se trata de como se ha convertido lo simple y común del mundo a algo inestable y sensible, para transportarlo del lado del pudor creando una mala imagen del mismo ser humano como ser humano, con procesos corporales y órganos internos, incluyendo sus formas, fluidos.  Nietzsche, habla en La genealogía de la moral sobre como las definiciones del bien y del mal cambian de acuerdo a las condiciones sociales, la visión de los buenos y los malos las crean los ganadores, desplazando a los vencidos que tienen su propia interpretación de los buenos y los malos. “Cuando la manera noble de valorar se equivoca y peca contra la realidad, esto ocurre con relación a la esfera que no le es suficientemente conocida, […] no comprende a veces la esfera despreciada por ella, la esfera del hombre vulgar del pueblo bajo; […]el efecto del desprecio, del mirar de arriba abajo, del mirar con superioridad, aun presuponiendo que falsee la imagen de lo despreciado…”[1]  es justamente esa falsificación del hombre, por sí mismo negando; ésta es la primera pista para tener la creencia de que aquello que es mal visto o se considera bajo o vulgar no lo es en sí, “De hecho en el desprecio se mezclan demasiada negligencia, demasiada ligereza, demasiado apartamiento de la vista y demasiada impaciencia, e incluso demasiado júbilo en sí mismo, como para estar en condiciones de transformar su objeto en una auténtica caricatura y en un espantajo.”[2] 
Negar los procesos básicos del ser humano en un intento de alejarnos de las muerte, siempre implorando esa vida estéril  que permita llevar la vida a la ciencia, por que el raciocinio, la estructura, el método y la experimentación han mermado la vida que se esfuerza por vivir, éstos se han filtrado inseparablemente a la vida moderna, empujándonos a ser útil; provocando un extrañamiento hacia sí mismo, como cuando se encuentra desnudo frente a los demás.
Cuando Teresa se soñaba marchando desnuda frente a Tomás, se siente desplazada, perdida entre las demás, sin nada que ofrecer, una des individualización de ella misma a simplemente como una mujer. Ella siempre encontró ese problema en su cuerpo, y en lo genérico que significa la desnudez: “Cuando vivía [teresa] en casa de su madre no la dejaban cerrar con llave la puerta del cuarto de baño. De ese modo, la madre quería decirle: «Tu cuerpo es como los demás cuerpos; no tienes derecho alguno a la vergüenza; no tienes motivo alguno para ocultar algo que se repite en decenas de millones de ejemplares».” Pareciera que el hombre tendría que alejarse, para encontrarse como individuo, qué carga de personalidad puede tener defenderse de la sociedad sirviendo a la sociedad misma.
Nuevamente en el tratado sobre la moral Nietzsche, expresa la mala conciencia como ese brote de los rechazos del moral hacia los diferentes valores: “…la mala conciencia es la profunda dolencia a que tenía que sucumbir el hombre bajo la presión de aquella modificación, la más radical de todas las experimentadas por él, -de aquella modificación ocurrida cuando se encontró […] encerrado en el sortilegio de la sociedad y la paz.” En este caso se trata de la negación de los instintos, sin rechazarlos puramente, sino escondiéndolos, apartándolos  de los valores que ahora se consideran buenos, como es el caso del acto sexual y el acto de defecar, ambos en el mismo nivel mundano y común, que se práctica a puerta cerrada, que se omite y con el cual se habla en eufemismos.
Pero esos instintos que se reprimen, dice Nietzsche: “Yo creo que no ha habido nunca en la tierra tal sentimiento de miseria, tal plúmbeo malestar, -¡y, además aquellos viejos instintos no habían dejado, de golpe, de reclamar sus exigencias! Sólo que resultaba difícil, y pocas veces posible, darles satisfacción”[3] ésta emerge por distintas zonas y se expresa en otras formas, se desahogan en lo subterráneo “-esto es lo que yo llamo la interiorización del hombre: únicamente con esto se desarrolla en él lo que más tarde se denomina su ‘alma’.”[4] Aunque yo me refiero únicamente a estos dos actos, son todos los instintos reprimidos moralmente los que se interiorizan. La mala conciencia se forma en la vergüenza de la desnudez de Teresa, pero también en la que siente aquel que debe defecar y no se siente con la confianza de hacerlo; vuelve a este proceso en algo personal e intimo y hacerlo fuera de su espacio personal significa inseguridad y vulnerabilidad; como Teresa que habla sobre poner llave a la puerta del baño, y ocultarse de hacer algo que todos hacen en cualquier momento; por que eso es rebajar al hombre, como el hombre que come y caga: “el sufrimiento del hombre por el hombre, por sí mismo, resultado de una separación violenta de su pasado de animal, resultado de un salto y una caída […]en nuevas situaciones y en nuevas condiciones de existencia, resultado de una declaración de guerra contra los viejos instintos”[5]
Finalmente aquellas necesidades fisiológicas, que se intuye psicoanalíticamente, representan un despertar sexual en la etapa infantil, de modo que los dos instintos a los que yo hago referencia están íntimamente relacionados “… el erotismo anal va ligado a la evacuación, y la pulsión sádica a la destrucción del objeto; en la segunda fase, el erotismo anal va ligado a la retención, y la pulsión sádica al control posesivo.”[6] Finalmente es ese control, lo que vuelve a Teresa Insegura, de sus procesos y de su cuerpo desnudo. Del psicoanálisis rescatamos la parte más natural del ser humano que trae consigo el defecar, implica la imagen del inconsciente que está presente en esos procesos instintivos inevitables, y que efectivamente se exteriorizan en otras cuestiones, pero también se vuelven interiores en una personalidad y claramente posee una carga simbólica que se hace notar en la misma sociedad que la rechaza, ya que le da valor : “En la fase anal, se unen a la actividad de la defecación los valores simbólicos del don y del rechazo; dentro de esta perspectiva, Freud puso en evidencia la equivalencia simbólica: heces = regalo = dinero”[7].
Exteriorizar tales instintos sin tener en cuenta los valores morales imperantes puede ser contraproducente “…contra los viejos instintos de la libertad […] hicieron que todos aquellos instintos del hombre salvaje, libre, vagabundo, […] La enemistad, la crueldad, el placer en la persecución, en la agresividad, en el cambio, en la destrucción -todo esto vuelto contra el poseedor de tales instintos”[8]. De hecho estos actos bajos y vulgares ya que poseen esta carga simbólica, no sólo se encuentran de lado de la vergüenza y el pudor, es ésta misma la que puede crear una carga positiva y las alusiones escatológicas, valiéndose de la exageración, la hipérbole y la imagen grotesca; para expresarlo nos detendremos en un pequeño pasaje de Gargantúa y Pantagruel de François Rebelais, el fragmento sobre el gigante Gargantúa ha encontrado la manera perfecta de limpiarse el culo: “Pues, veras; no hay necesidad de limpiarse el culo sino cuando se tiene sucio. No se puede tener sucio si no se ha cagado. Lo primero y lo mejor es, pues, para limpiarse el culo haber cagado bien”[9];  está imagen que se toma para hablar de la evacuación y sus procesos de una forma más libre, Mijaíl Bajtín lo expresa como la exageración de la imagen corporal[10], como serían los órganos corporales y la virilidad, y así reformándolo en una imagen positiva del mismo cuerpo. Rabelais se mueve en la risa transformando algo moralmente mal visto, hablando de defecar como algo normal y satisfactorio.
El placer por la sola existencia de éste, fuera de velos y disimulos, de ese tipo que el mismo Nietzsche expresa como Dionisiaco: “…ese placer no debemos buscarlo en las apariencias, sino detrás de ellas. […] nos vemos forzados a penetrar con la mirada en los horrores de la existencia individual”[11]  aceptar y formar parte de lo que se negó anteriormente, pero dentro de un punto de embriaguez y en este caso de la risa. La contraparte del mundo formal y moralmente aceptado, y el embriagante universo de la risa en el que esa visión es aceptada, reconfortada “… esos dos instintos artísticos están constreñidos a desarrollar sus fuerzas en una rigurosa proporción recíproca, según la ley de la eterna justicia”[12] Un constante vaivén de los valores y la trasfiguración que Nietzsche propone.
Anteriormente hablábamos de Tomás y Teresa, cuya historia de amor es el móvil principal en la novela La insoportable levedad del ser, del checo Milan Kundera que en mil novecientos ochenta y cuatro reserva un espacio corto hablando de mierda. Y es que el ser, compuesto también por lo mundano, lo bajo y vulgar está nutrido por el cuerpo que inquietaba a Teresa.
Hablando de mierda como característica del ser humano, que caga y sin embargo el hombre no se ha creado por sí mismo, parte de la imaginación de algo más grande “… veía a Dios ahí en una nube […] y yo me decía si tenia boca, debe comer. Y si come, también tenía que tener tripas…”[13] Por que todo lo bueno viene de Dios, aunque el defecar no es malo, no debería provenir de Dios, pues la mierda es dónde están los hombres, es el deshecho de los hombres, no obstante “… el hombre fue creado a semejanza de Dios y entonces dios tiene tripas…”[14] Cuál es la semejanza, si el hombre caga, fornica y sufre; esa comparación pone en evidencia lo imperfecto del hombre, por qué Dios es lo elevado y la mierda es lo mundano, lo natural y grotesco a lo que estamos atados; y al final es lo que ata nuestro placeres lo que los vuelve humanos –aunque se rechacen a sí mismo– por que “Sin mierda (en sentido literal y figurado) no existiría el amor sexual…”[15] ambas básicas pulsiones instintivas del hombre que manipula y le da sentido a nuestra existencia en la tierra, pero también marca lo morboso y lo irritante: “Mientras se le permitió al hombre permanecer en el Paraíso, o bien […] no defecaba o, lo cual parece mas probable, la mierda no se entendía como algo asqueroso. Cuando Dios expulsó al hombre del Paraíso, hizo que conociera el asco.”[16] Está ultima cita reconoce que lo que nos impide hablar de la mierda, los procesos, la evacuación y la retención es por el conocimiento, aquel por el cual el hombre fue rechazado del Paraíso.
Reitero el concepto de la sospecha, aquel que ha llevado toda mi interpretación de los procesos y la evacuación; en la que a modo de conclusión, la mierda como elemento fundamental de la vida, no se excluye moralmente sino que se omite, esa es la verdad que estaba escondida vislumbrada últimamente por los valores morales a los que se enfrenta Nietzsche; es el instinto primario –junto con la relación sexual– que no queda aparte en las manifestaciones artísticas (literarias en este caso) y cotidianas. El mismo Freud que la falta o la masiva gratificación anal traerá consigo practicas que los acompañaran toda la vida. Termino con Paul Ricoeur, que dice: “…la ‘revelación’ del sentido, que su articulación dentro de un método único de desmitificación.”[17] En este caso la desmitificación del hombre que no evacua, por que aún produce mierda.






[1] NIETZSCHE, Friedrich, La Genealogía de la Moral, Trad. Sánchez Pascual, Alianza Editorial, p. 6
[2] Ibídem
[3] Ibíd, p. 10
[4] ibídem
[5] Ibídem
[6] LAPLANCE, Jean, Diccionario de psicoanálisis, Paídos, Buenos Aires, 2004, p. 146
[7] Ibídem
[8] Nietzsche, Friedrich, Óp. Cit., p. 10
[9] RABELAIS, François, Gargantúa y Pantagruel, Editorial Porrúa “Sepan Cuantos…” 6ta edición, México, 2013, p. 31
[10] Cfr. BAJTIN, Mijaíl, La cultura popular en la edad media y en el renacimiento, el contexto de François rabiláis, Alianza Editorial, España, 2007
[11] Nietzsche, Friedrich, El nacimiento de la tragedia, Versión en línea, 2014, p. 12
[12] Ibíd. 15
[13] KUNDERA, Milan, La insoportable levedad del ser, Tusquets Editores, México, 2013, p. 257
[14] Ibídem
[15] Ibíd., 259
[16] Ibíd., 259
[17] RICOEUR, Paul, Freud: una interpretaciónde la cultura, Siglo Veintiún editores, México, 1990, p. 32

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