martes, 4 de julio de 2017

Fuera de ti

Me da miedo verme al espejo y ver a mi madre. Ese hecho es tan aterrador, como ver tu cuerpo proyectado en otra parte ¿no es justamente un tipo de laceración del alma mirarte al espejo? Tratar de conciliar la imagen con la forma, con la experiencia, es inútil, no sucede con naturalidad, es un golpe en el pecho que justamente ansiará doblarte para que no seas consciente de lo que pasa. Consigo pararme frente al espejo, estiro los dedos para tocarme y sólo siento en frío del cristal. Me aterra mirarme a los ojos, verme reflejada a mí misma, no saber dónde estoy.

Es insoportable ver algunas fotos y ver a mi madre en mí misma, como una extensión de ella. Mis manos, mi rostro, mi semblante, no me pertenecen, fueron robados de madre a hija. Eso soy solamente una extensión de un cuerpo, de un nombre, el invento de alguien más ¿dónde estoy yo si no existo fuera de ella? Ver a alguien fallecido en mi reflejo me aterra. Yo soy el fantasma, la sombra que camina, el recuerdo de alguien que se fue; por eso sus hermanas no pueden verme sin romper en llanto, y me lo repiten constantemente. No pueden comprender que yo quiero ser sin esas ataduras, quiero ser fuera de su nombre, de su apellido y de su imagen. En su momento no se me permitió cometer sus mismos errores. A mí edad ella ya estaba casada, con un hijo; yo me resisto a ser madre, no sería capaz de condenar a otro ser a esta miseria, a atarlo a mí, convertirlo en una versión mejorada de mí: más alta, mas esbelta, con más éxito ¿quién soy yo para decidir la existencia de alguien? ¿Quién soy yo para atreverme a decirlo en voz alta, si ni siquiera puedo verme al espejo?

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