viernes, 21 de febrero de 2014

La percepción de lo siniestro. Focalización y suspenso


*Trabajo académico presentado en la case de Taller de análisis estructiral  en quinto semestre de la Licenciatura en letras de la Universidad Autónoma de Zacatecas.
¿Cómo mantenemos el interés? ¿Cómo hacemos para crear el miedo en el lector? Hablaremos de focalización como instrumento, no sólo hacia el suspenso sino al miedo, un desborde de emociones y sensaciones que colocan al lector en un punto específico, un lugar que llegará al clímax de la focalización, la situación que no solo nos libera la información oculta, crea la catarsis, la expresión de la emoción y el descubrimiento de un final bien fundamentado.
El miedo en lo domestico que maneja Amparo Dávila, centraliza la focalización desde un ambiente normal y controlado, hacia ciertos aspectos que parecen comunes, y que sin embargo muestran actividades o detalles que sobresalen, que arrojan conjeturas acerca de lo qué no se sabe,  aquello que finalmente se vuelve la intención de la narración.
Este es un proceso manipulador, pues toma imágenes específicas, detalladas por personajes claros, de forma que todo aquello que veamos a través de la percepción de los personajes, será una mira conducida hasta cierto descubrimiento. El planteamiento del presente ensayo es establecer la focalización –elemento de la estructura narrativa- como un método psicológico que nos lleve a la angustia, a la desesperación, y al miedo. Partiendo de lo extraño, se crea una clara diferencia entre lo que se sabe y lo que se oculta.
Se eligió el cuento Música Concreta que comienza en con una simpleza característica, de modo que las situaciones, que van desde recuerdos y platicas, tal vez banales comienzan a llamar la atención por la importancia que se le da a ciertas actitudes y detalles de la plática, principalmente a la imagen que se muestra de los interlocutores. El miedo en este cuento, no es brutal, ni directo, sino que es el manejo de la ya antes mencionada angustia, el verdadero proceso, y la interacción del lector con el texto.
Sergio y Marcela, viejos amigos se reencuentra después de tiempos separados. Lo que principalmente va a llamar la atención de Sergio, que es la perspectiva que se maneja en la narración, es la actitud distante, con una imagen “desmejorada y ensombrecida”[1]  una calificación que se hace entorno a Marcela, es en este punto que el texto focaliza nuestra atención en Marcela y en dejar claro, su notable cambio. Algo afecta a Marcela, es el principal móvil de la anécdota; su esposo tiene una aventura y esto desestabiliza su vida, es el extrañamiento (sólo dentro del contexto del cuento).
Mieke Bal, nos define la focalización como la presentación de un “Acontecimiento desde cierta concepción. Se elige un punto de vista, una forma específica de ver las cosas.”[2] Todo el proceso por el cual pasa Marcela a partir de la infidelidad, no obstante es la actitud que conlleva la infidelidad, lo que verdaderamente debemos considerar como aquello “que no se dice”. El termino focalización o percepción es una imagen manipulada –como ya se hizo notar–, el texto sólo nos mostrará lo conveniente, algo que nos mantenga interesados hasta el final, lo que nos brinde información, pero que de igual manera nos la niegue, así sólo ciertas partes llegan a nosotros, lo demás se nos dará en su momento.
Aquel que nos brinde la imagen es de gran importancia, pues hablamos de la percepción que  “…constituye un proceso psicológico con dependencia del cuerpo del perceptor”[3] El personaje focalizador es Sergio, que marca la diferencia entre la Marcela que conoció y la que tiene en frente “…estaba muy espigada y tal vez un poco pálida pero eso le daba un aire interesante, apenas se pintaba y recogía sus largos cabellos castaños hacia atrás como cola de caballo, era una linda muchachita” Aquella imagen que recordaba de ella. Aquí el objeto focalizado es la misma Marcela. Ella por su parte hace este mismo ejercicio al contarle sus preocupaciones a Sergio. Las noches que pasa en vela y los ruidos que la perturban, son el primer indicio hacia aquello que debemos descubrir, y el principal movimiento del supense; ese punto donde la manipulación de la imagen focalizada es de vital importancia, pues lleva al proceso psicológico, al lector a cierto nivel.
Ya se había mencionado el miedo en lo domestico, y es dentro del cuento que las situaciones reales nunca se ponen en duda, lo que le da valor a los acontecimientos que salen de lo normal. Freud califica lo opuesto a lo domestico como lo siniestro, lo define como: “…aquella suerte de espantoso que afecta las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás”[4].  Lo confortable, que se pone en peligro por una situación extraña, ese elemento que sale de lo común. Un claro ejemplo son las noches que Marcela describe:
Me persigue noche tras noche, […] sé que es ella, recuerdo los ojos, reconozco sus ojos saltones, inexpresivos, sé que quiere acabar conmigo y destruirme por completo, ya no duermo, hace tiempo que no me atrevo a dormir de noche, estaría a su merced, paso las horas en vela oyendo todos los ruidos del jardín, entre ellos reconozco el suyo, sé cuándo llega, cuando se acerca hasta mi ventana, cuando espía todos mis movimientos; […] por cualquiera puede entrar y llegar hasta mí, son noches interminables oyéndola tan cerca, una tortura que me va consumiendo poco a poco hasta que se agote mi última resistencia y me destruya...[5]
Situaciones que crean ese estado de alerta, de forma que: “…tales fenómenos evocarían en nosotros vagas nociones de procesos automáticos, mecánicos, que podrían ocultarse bajo el cuadro habitual de nuestra vida.”[6]  El suspense se describe como: “un hecho de la experiencia”[7] la lectura que se exterioriza por aquella duda, esa información que se guarda, cuya intención es de formular preguntas. De acuerdo a Bal, estas preguntas pueden ser por parte tanto del lector como del personaje; en este caso el personaje de Sergio, ignora la existencia de “ella” y su proceso como actante dentro de la fábula es descubrirlo, al mismo tiempo que a nosotros se nos revela esa misma información; hablamos de una imagen incompleta (la del focalizador, en este caso Sergio) con la que obtenemos como resultado, la angustia, que está dentro de situaciones reales; esta imagen se crea a partir de cualidades sensitivas, propias del texto y del lector.
Lo sórdido, lo visceral, condiciones que le dan sentido al término siniestro, se explica en las sensaciones de Marcela: “…no son mis nervios, es su presencia ahí bajo mi ventana todas las noches, ese croar y croar y croar toda la larga noche...”[8] Ahora la información es el croar de la criatura; ya con anterioridad el cuento nos menciona la palabra “sapo”, ahora el temor o la influencia de este vienen de una figura específica, con las características pertinentes; la imagen de la angustia: “…se siente tan torpe y mutilado como si de pronto se hubiera agotado interiormente y sólo quedara dentro de él un embotamiento, una pesadez agobiadora “ La descripción de la sensación que mueve los acontecimientos, pues es su efecto en Marcela lo que obliga a Sergio a focalizar este estado. Aquí encontramos dos niveles de focalización, Sergio que percibe la actitud de Marcela, y ella que describe su percepción de la criatura que la observa por las noches:

…oyendo los ruidos de la noche, ruidos lejanos, vagos, comencé a distinguir uno que sobresalía de entre los demás y que cada vez era más fuerte y más preciso, […] y a la noche siguiente regresaba; así todas las noches, igual, sin descanso, una vez la descubrí, eran sus ojos, yo los conocía, […] la alcancé a ver bien, los ojos saltones, inexpresivos, los mismos ojos que descubrí bajo mi ventana entre las hierbas...[9]
Esto es por qué la focalización dentro del  suspense, esta “En principio coincidirá con la que el focalizador mismo tenga” de forma que sabemos lo Sergio sabe, y conocemos a la criatura por medio de él. Es cuando descubre por sí mismo la imagen que describía Marcela, que nosotros nos enteramos de la verdad, respondemos las preguntas que se formularon al avanzar de la narración:
…calla, pero él sabe que no es el silencio de les seres enigmáticos sino el de aquellos que no tienen nada que decir, y la música, es decir, esos como ruidos destemplados cada vez más fuertes, intolerablemente fuertes y violentos como una agresión, envolviéndolos, ahogándolos […] Ella sólo lo mira y lo mira fijamente; de vez en cuando él ve la misma sonrisa, su utilizada sonrisa de máscara que le adelgaza aún más los labios alargándolos. …ella lo mira con sus ojos saltones, fríos, inexpresivos; […] están fuera de las órbitas, los labios son una línea de lado a lado de la enorme cabeza, se está inflando de silencio, de las palabras que no ha dicho y se ha tragado, se ha inflado […] mira con odio frío, mortal, mientras me envuelve con su estúpido y siniestro croar y croar y croar, con ese olor a cieno que despide… [10]
El manejo del suspenso como herramienta de percepción para crear ese vínculo entre el texto y el lector, de forma en que se formulen preguntas las cuales se resuelvan dentro del mismo texto es la prueba que el uso de la percepción personal de los personajes crea esa estreches entre la experiencia literaria y la anécdota del cuento. Ese fenómeno psicológico y la catarsis necesaria para experimentar angustia y desesperación, para que estas salgan de las páginas y se fundan con el lector, el primer paso hacia el miedo, como exteriorización de las sensaciones humanas; un paso más cerca de entender esta emoción y la fascinación que sentimos por ella, la que nos mantiene leyendo después de las dos de la madrugada.



BIBLIOGRAFÍA
BAL, Mieke, Teoría de la Narrativa (una introducción a la narratología), Ediciones Cátedra, Madrid, 1990.
DÁVILA, Amparo, Música Concreta, Dos Siglos de Cuento Mexicano, Ediciones Ateneo, México, 1970.
FREUD, Sigmund, Lo Siniestro, Ediciones ePUB, 2012.



[1] DÁVILA, Amparo, Música Concreta, Dos Siglos de Cuento Mexicano, Ediciones Ateneo, México, 1970, p.  403
[2] BAL, Mieke, Teoría de la Narrativa (una introducción a la narratología), Ediciones Cátedra, Madrid, 1990, p. 107
[3] Ibídem
[4] FREUD, Sigmund, Lo Siniestro, Ediciones ePUB, 2012, p. 5
[5] DÁVILA, Amparo, Óp. Cit., p. 400
[6] FREUD, Sigmund, Óp. Cit., p. 8
[7] BAL, Mieke, Óp. Cit., p. 119
[8] DÁVILA, Amparo, Óp. Cit., p. 401
[9] Ídem, p. 400
[10] Ídem 408

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