¿Por qué no puede ser ésta una imagen?
5 de
enero del 2019, sábado. No estoy esperando a los reyes magos, sino a él que
dijo que llamaría. Mientras me convenzo de que no llamará pongo un disco y leo
un libro. El disco: Bloom de Beach
House. No me lo esperaba, suena brillante, dulce y claro; es una experiencia
preciosa escucharlo help me to name it[1],
cada que lo escuche recordaré este momento, encontré una canción para todo
el 2018. No he cenado pero sigo esperando.
El
libro: Los Desesperados de Joselo
Rangel. Tampoco lo esperaba. No soy fan de su música pero he disfrutado su
literatura. Es una historia de amor, rock y el fin del mundo, como debe de ser.
Lo acompaña una playlist pero sigo con un solo disco. Me he reído mucho con
este libro; tiene razón, tu instrumento te define ¿en verdad? Todos los
bajistas son raros, conozco varios, otros no. Creo que los bajistas son cool en general, llaman la atención porque no
sobresalen, pero una vez que escuchas el bajo no puedes dejar de escucharlo. Yo
entendía que uno escoge la guitarra como acto de ir a la tienda a comprarla,
pero es el bajo el que te escoge a ti.
No
publiqué una breve reflexión musical en Facebook, pero lancé una pregunta al
aire ¿No se cansan de los tributos? Hubo quien respondió sin responder, unos
cuantos me gusta, pero así, como abierta es la pregunta dos respondieron: no.
No me molesta que la gente toque sus canciones favoritas y cobre por ello, si es
en verdad el caso, pero en general me preocupa que lo que el público quiera
escuchar es lo mismo de siempre. Aparecen bandas como Greta Von Fleet, que
suena vieja, literalmente, una copia más de Led Zeppelin. Ahí están los discos,
no tienen que ir a un tributo, a un bar a escuchar una banda de covers. La
experiencia de quedarse quieto un rato y escuchar un disco, verdaderamente
escucharlo es mucho mejor. Pero la gente paga por spotify, pone una lista en
youtube y se creen escuchas de una banda, ya no se tiene el esfuerzo de
levantarse a cambiar el lado del disco. Me di cuenta: la música no debe ser
infinita, parte de su esencia es comienza y termina, hay un silencio ahí, dónde
uno puede detenerse a escuchar de verdad.
Ayer
viernes, mientras esperábamos por el grupo de covers de mi hermano, en la
pantalla se veían videos de Los Enanitos Verdes viejitos tocando las canciones
que todos conocen, unos tales Matute tocando covers ochenteros mientras se visten
como reggetoneros, Los Hombres G tocando canciones de chavitos viéndose como
los papás rabo verde de alguna compañerita de primaria. Pueden parecer duras
mis sentencias, pero mi incomodidad fue esa ¿es lo que la gente viene a
escuchar? Me reclamaron en Facebook porque yo misma tocaba covers. No, ya no me
hacia feliz. Creía que mi banda merecia más, exigirse más; pero tocamos mucho
muy rápido, no dejó espacio para sopesar qué estábamos haciendo y qué
queríamos. Me frustré. No me gustaba esa actitud paternalista de todos a
nuestro alrededor consintiéndonos más de lo justo. Cuando estoy triste veo el
documental de las Ultrasónicas Todos
están muriendo aquí ¿es que he idealizado el fracaso? Tal vez fracaso es
una palabra fuerte. Todo fue más complejo para otras mujeres en la música, les
tomó mucho ser tomadas en serio ¿y quién dice que a nosotras nos tomaban en
serio? Parecía más bien una cosa rara que todos querían mirar y presumir, como
una tierna mascota a la que todos quieren acariciar. Más frustración. Tres de
la mañana. Ya vete a dormir.
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