martes, 5 de agosto de 2014

Grafomanía tuitera

Twitter se describe como el patio trasero del internet, ese espacio donde todos hablan de todo y uno puede enterarse de cada chisme. Mini-blogear, ciento cuarenta caracteres para acomodar los pensamientos más vacíos y espontáneos que puedas tener; es tan fácil tuitear, liberar esos pensamientos al aire como si cada movimiento de tu cerebro fuera tan brillante que mereciera ser compartido con los demás. Les parezcas o no interesante, ahí están, tus reflexiones sobre la vida, la moda, la gente que nunca conocerás, la gente que conoces, tus movimientos más triviales y tus ideas más infantiles; hay de todo, deportistas, reporteros, músicos, socialités, escritores y la gente común. Así me he enterado de muertes, de terremotos, tragedias, acciones vacías, romances famosos; hemos aprendido un poco más sobre la ortografía, la literatura, los pensamientos que nacen del alcohol de los pensadores y editores. Ahí están, en el instante. Puede que se guarden pero si no lo lees en el momento en que se escribe es difícil que llegara a ti. 
De vez en cuando yo tuiteo líneas interesantes, líneas que mis pocos seguidores marcan, que comparten entre los suyos, pero es algo raro, porque mis pensamientos no están hechos para compartirse o entenderse y sin embargo es tan catártico escribir, sólo para expresar algo, porque todos nacen con esa inquietud, de hablar de sí mismos y ser escuchados, de escribir sus ideas, lanzarlas al mundo y no esperar retroalimentación.
Si Milan Kundera dice que existe un escritor en los más profundo del alma humana no es que todos lo expresen y de manera válida, quién nos puede negar que los grandes nombres de la literatura no comenzaron como nosotros, hablando de sí mismos, de lo que conocen de la manera más simple y trivial, quién nos asegura que el taxista que escribe sus memorias no merezca tal reconocimiento, quién dice que el actor que escribe cuentos no lo hace de manera ejemplar, que el blogero que ha escrito cinco novelas que probablemente nunca se leerán no haga un ejercicio puramente literario.
Yo sé que existe una diferencia ¿acaso no nos dedicamos a estudiar eso? Nos llamamos expertos en literatura y no podemos definirla, No podemos notar la diferencia entre la experiencia en palabras y el ejercicio poético. Nosotros que estudiamos obras de teatro como si fuera una novela, que académicamente despreciamos la literatura gráfica, pero estudiamos los caligramas de Apollinaire. Hablan de tuiter-literatura pero no la comprendemos, tachamos de ignorantes a quienes se expresan en Facebook pero compartimos nuestros odios y cotidianidades en las redes sociales. Estudiamos grandes obras, estudiamos formas y sintaxis, despreciamos a nuestros contemporáneos, nos burlamos y destrozamos sus creaciones y nos ofendemos cuando nos hacen lo mismo.
Vivimos en el tiempo de la sordera, es el tiempo en que la soledad es más pesada que el entendimiento, y como estamos sordos y solos cada quien expresa un tema, lo grita y lo vacía al internet esperando ser alabado por eso, no hay quien lea por que los demás esperan ser leídos y no leer. Ya los resultados de esa necesidad de escribir no se pueden criticar, cualquier cantante escribe un libro y cualquier historia de amor insulsa se convierte en Best-Seller; no se produce arte, porque todos son artistas y nadie lo es.
Que bueno que nos queda el internet para expresar lo que se nos de la gana, pensamientos y experiencias vacías sin relevancia alguna para recordarnos nuestra propia inclinación egocéntrica. Es el superpoder de ser anónimo, de criticar sin haber leído, de hablar de lo que no se sabe y expresar nuestro odio sin limitaciones.

Y ya estando sordos, pueden seguirme en Twitter

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