Pequeñas puertas me han dejado agotada
porque me serví de aquella mesa que decía:
pase por favor (y le creí).
A la entrada, el vino sabe a decepción,
nos invitaron y bebimos de él.
Hay personajes que están hambrientos de vida,
van y se ofrecen porque desesperadamente
desean arrancarse la piel,
atarse al cuero de los desconocidos,
y revolcarse por el cielo que fue mentira.
Adentro hubo quienes vomitaron,
adoraban unirse a los desechos.
Imagino que nos encontramos,
tendría a quién preguntar:
¿Puedo cagarme en tu boca?
La mejor promesa que el futuro puede hacer.
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