El
domingo por la tarde, un poco atormentados por el calor, notamos que en la
plaza frente al trabajo se asentaba un señor vendedor con su carretilla llena de
tradicionales Helados del Nilo. Helados de vainilla o nuez famosos por su forma
fálica y los cuales deben consumirse en el momento en que se compran. Fabi y yo
nos aventuramos a comprar tres y regresamos dispuestas a chupar el dulce helado
de vainilla. Por el calor es natura que comiencen a derretirse un poco, por lo
que deben devorarse rápidamente. Batallando un poco en su consumo, Fabi me
pregunta: ¡Ay! ¿Cómo se come esto?; pues cómo se come un pito. Le respondí.