*Trabajo académico presentado para la clase Literatura europea contemporánea, del séptimo semestre de la Licenciatura en Letras, en la Universidad Autónoma de Zacatecas.
¿Cómo vivir en un mundo en el que uno no está de
acuerdo? ¿Cómo vivir con la gente si uno no considera suyas ni sus penas ni sus
alegrías? Si sabe que no es parte de ellos...
-Milan Kundera, La inmortalidad
I.
Lo
que se repite
Estamos en el momento de la desilusión, en la
decadencia de la información que nos sobrepasa y muta las acciones; llama la
atención porque los efectos de los eventos sociales crean repetición y resuenan
en la mayor parte de los individuos, desde el siglo pasado los asuntos locales
tienen repercusiones globales. La caída de regímenes, de imperios, el
renombramiento de estados puede no estar más alejado de nuestra realidad
enteramente localista, donde el radio de funcionamiento no excede más que unos
cuantos kilómetros, así lo sienten quienes no participan en el intercambio
directo. Ese resueno despertó la idea de la globalidad en el mundo, sin embargo
se convierte en un sonido permanente que introduce a los sucesos mundiales en
la vida, provocando una sordera del exterior.
La primera guerra, es nombrada
así y es nombrada mundial por ser el
precedente más importante en convertir los choques europeos en una cuestión
completamente global que terminó por reestablecer lo que se conoce como patria,
nación y volver a armar identidades y rescatar a lenguas casi olvidadas.
En 1993 Checoslovaquia se divide en la
Republica Checa y Eslovaquia, nuevamente al final del siglo XX se violenta la
concepción de la nación, y es que: “La historia convulsionada y golpeada del
pueblo checo, que en cuanto a nación ha rozado la muerte varias veces, nos ha
precavido de la ilusión de nuestra esencia eterna. Porque la existencia de la
nación checa jamás ha sido una evidencia indubitable; su no evidencia
constituye una de sus características más destacadas…” este
país ya anteriormente se había separado del imperio austrohúngaro, para sufrir
después ocupación alemana y eventualmente una invasión rusa, cuyo régimen
comunista propuso la intención de crear una conciencia cultural checoslovaca para después verse fragmentada
dando paso a la conciencia puramente checa. En la conferencia Conciencia y Existencia Nacional, Milan Kundera expone la
vicisitudes de la cultura para formarse a partir de los golpes que sufrió el
territorio y el conflicto del pueblo para encontrarse a sí mismo:
“Nunca nada les fue dado a
los checos en forma natural, ni su lengua, ni su carácter europeo. Y el
pertenecer a Europa los ha colocado sin cesar ante el siguiente dilema: o dejar
que su lengua se degrade hasta convertirse en simple dialecto y su cultura en
folklore, o bien convertirse en una nación europea por derecho propio, con todo
lo que esto implica.”
Fue el estado el que intentó promover una nueva conciencia
nacional dentro de la negación de la cultura occidental alzando el pasado y la
tradición anterior a la resonancia de la globalidad, “y como el mundo está
colmado de cosas que no entiende, lo crea a su imagen, devastándolo”.
La idea de europea que se crea nuevamente después de los periodos bélicos, no
en todos los casos terminó por aprehender el sentido puramente nacional que
movilizara los nuevos territorios “…para las grandes naciones europeas resulta
natural insertarse en el contexto europeo. Pero en la historia checa están
alternados los períodos de despertar con los períodos de sueño; nuestro pueblo
se saltó algunas etapas del desarrollo del espíritu europeo y en cada uno de
sus despertares tuvo que reaprender y recrear su inserción en Europa.”
De las rupturas y nuevas conciencias nacionales
se crea la necesidad de redefinirse. Todo el siglo anterior expulsó al hombre
de la comodidad y el sentido positivo de la vida para exponerlo a la ausencia
de un entendimiento sobre la propia existencia. Con la caída de los mitos y las
épicas, la colectividad de la identidad humana se trastorna, se busca dentro de
sí mismo, es cuando los pensamientos se vuelven el eje central de las historias,
el conflicto ahora es interno.
Milan Kundera, nacido en Brno (1929)
en la desaparecida Checoslovaquia, poco después de la invasión rusa en 1968
pierde su trabajo,
se convierte en foco de atención por sus escritos, finalmente se vería en la situación de
decir, en un mal momento, algo que no debió decirse. Aunque en 1948 se aleja del sueño comunista sería expulsado definitivamente del partido en 1970 exiliándolo
eventualmente de su tierra; refugiándose en Francia expresa el anhelo de
identidad nacional en su obra.
Sus novelas le
fueron negadas al pueblo checoslovaco, y la expresión de ese, llamémoslo,
“contra-comunismo” se filtra en su obra, como un mero ejemplo de la existencia
del individuo apresado por la cultura social y política, a lo cual dice: “No
hay nada más opuesto al espíritu de la novela, profundamente ligado al descubrimiento
de la relatividad del mundo, que la mentalidad totalitaria, dedicada a la
implantación de una verdad única”. Si bien
la historia de su nación permea en sus obras, la recepción de éstas no se
encuentra enviciado por ella. Sin embargo es en cierto punto de la lectura que
se arroja la pregunta: “Para comprender
sus novelas, ¿es importante conocer la historia de Checoslovaquia? No. Todo lo que hay que saber lo dice la propia
novela.”;
Kundera convirtió sus ficciones en tratamientos y vehículos para la expresión
del yo. El género literario: “…conoce el
inconsciente antes que Freud, la lucha de clases antes que Marx, practica la
fenomenología (la búsqueda de la esencia de las situaciones humanas) antes que
los fenomenólogos” Estas
ideas durante el siglo pasado violentaron el pensamiento humano hasta
encontrar su nueva expresión como una constante búsqueda y explicación de la
existencia.
Las novelas de
Kundera son propuestas dentro la literatura checa, algunas escritas en francés
de forma que el objeto mismo trata de hallarse una identidad, dividido entre la
narrativa, el ensayo y la introspección. En
1967 se publica La Broma, primera
obra del autor, la cual establece el sentido irónico que confronta el régimen
totalitario que permeaba las tierras checoslovacas. El conflicto de decir lo
inadecuado en el momento equivocado es el principal motor que induce al protagonista
a plantearse el concepto de destino. Es éste el ejemplo que propone como una
serie de tropiezos que no se relacionan
con el destino sino con las decisiones y el hecho de que las palabras solamente
se enuncian de manera individual. En esta novela se expresan muchas de las
inquietudes de la conferencia anteriormente citada, plagada con la ironía de la
misma broma en algunas situaciones absurdas.
II.
Lo
que se escapa
Estos apuntes nacen primeramente de la
experiencia lectora, no se dividen entre el trabajo metódico de investigación y
la reseña biográfica, se nutren de la obra misma y la materia prima son las propias
palabras, tal experiencia se completa en la intención del autor expresada en
ensayos y conferencias, en el entendimiento que solamente él puede tener.
La fuerza semántica
es diferente en directo con el texto, y sin embargo el temido proceso de
traducción del checo al español puede que deje fuera la intención del autor, el
cual parece cargar cada palabra de un significado diferente en el corpus de sus novelas. Los términos adquieren
fuerza y se definen a partir de su esencia, el alma de la lectura se encuentra
en el léxico como: cuerpo y alma, fidelidad y traición, ternura o debilidad; se
adentra tanto en el concepto abstracto como en el práctico, así los personajes
se construyen por sus definiciones más básicas que impulsan las acciones, los pensamientos,
los recuerdos y consumaciones de las actitudes que pueda tomar.
En El
Arte de la Novela Milan Kundera entiende a sus propios personajes como la
constante definición semántica, a lo que dice: “me di cuenta de que el código de tal o cual personaje se compone de
algunas palabras‑clave. Para Teresa: el cuerpo, el alma, el vértigo, la
debilidad, el idilio, el Paraíso. Para Tomás: la levedad, el peso” Ese
es el primer paso de la existencia “Cada una de estas palabras tiene un
significado diferente en el código existencial del otro”
Porque la vida de sus personajes no existe en las acciones, en su pasado o su
familia y tal vida no existe de manera tangible, sólo se experimenta en la
interacción con el texto y el conflicto que genera con el otro, el mundo y el
diferente código semántico al que se enfrentan.
Kundera
comprende la función de su materia prima y lo explota para su propósito que
sería: “Todas las novelas de todos los tiempos se orientan hacia el enigma del
yo. En cuanto se crea un ser imaginario, un personaje, se enfrenta uno
automáticamente a la pregunta siguiente: ¿qué es el yo? ¿Mediante qué puede
aprehenderse el yo? Esta es una de las cuestiones fundamentales en las que se
basa la novela en sí” Las
dicotomías realzan el significado porque su propuesta es plantear una pregunta;
“¿Dónde comienza y dónde termina el yo?” Así
se traspasan las situaciones siempre divididas para alcanzar la constante
redefinición, no sólo del yo, sino
igual del alma o demás conceptos; y sólo podemos entender el alma si comprendemos
la materialidad del cuerpo, primer sentido por oposición.
Tal cuerpo es continuamente femenino,
en ese caso es la mujer quien está atada a su organismo, es quien busca su alma
dentro de la jaula, aquella naturaleza y forma que se repiten, crea la pregunta
de a quién pertenecen los rasgos, que tal vez no se llegan a conocer del todo.
El ejemplo proviene de La insoportable
levedad del ser, la obra más famosa de Kundera en la que la clave para
entender a Teresa es su cuerpo (como ya se dijo): “Cuando vivía [Teresa] en casa de su madre no la dejaban cerrar
con llave la puerta del cuarto de baño. De ese modo, la madre quería decirle:
«Tu cuerpo es como los demás cuerpos; no tienes derecho alguno a la vergüenza;
no tienes motivo alguno para ocultar algo que se repite en decenas de millones
de ejemplares».”
Aquí aparece el concepto de vergüenza por la visión del cuerpo femenino, que
busca su sustancia alejada de aquella repetición.
El organismo se desdobla en los
procesos digestivos, éstos se plantean constantemente como algo oculto pero es
presente permanentemente y sin embargo nos sorprende encontrarnos de frente a
ellos; nuevamente la vergüenza. Este ocultamiento provoca apetito por poseer
dicho cuerpo, por ejemplo: “…desde el retrete se oía el ruido de la
cisterna y a mí me atacó un deseo
furioso de hacerle el amor. Mas exactamente: el deseo furioso de violarla […]
quise abarcarla con su mierda y su alma imperecedera” Este
fragmento se extrae de la anécdota propia (como el deseo) que el autor ajusta
en la novela ya que la presencia del autor no se pierde entre la narración y la
ficción.
Lo sublime de lo ideal, aquello que
está fuera de la tierra, y lo mundano de la mierda, algo puramente humano y
carnal es la dicotomía que se desprende del tratamiento anterior en cuanto a
los procesos digestivos, la cual propone un nuevo panorama de significación, impregnado
del sentido irónico a una obra como La
Broma; en ésta el suicidio, como intento de controlar la propia muerte se
ve comprometido por lo terrenal de la digestión; en la parte final de la
obra, Helena por el rechazo de Ludvick decide quitarse la vida:
“…quiso huir, pero no pudo: había abandonado
la letrina en medio de la confusión, sin que le diera tempo de arreglarse, de
manera que las bragas […] se le habían quedado enrolladas a la altura de las
rodillas y le impedían andar […] sus piernas atadas daban pasos lentos y breves
[…] estaba luchando contra sus propias vísceras enloquecidas; por fin llego
hasta el retrete, cogió la puerta (que se había quedado abierta de par en par)
y la cerró tras de sí.
La
risa es propiamente un proceso de las entrañas, la contracción del estómago, un
instinto incontrolable que toma control del cuerpo completamente.
En lo risible lo absurdo
de las cosas es un instante detenido en el sonido más elemental que produce el
hombre, Una risa ridícula es el desastre
como quien consume un frasco de aspirinas para suicidarse pero resultan ser
laxantes.
Se puede recordad la felicidad por la falta de ésta
y sin embargo la risa siempre produce risa; tratar de comprenderlo y asirlo es
un ejercicio cerebral truncado, del pensamiento, del recuerdo ya que la razón
no tiene control sobre las entrañas, como la vergüenza no puede controlar la
digestión y la represión no puede controlar la risa.
III.
Lo
que se aprehende
El punto focal del proceso de compresión y como primer
acercamiento a la obra se halla en la enunciación, lo que se dice, lo que se
ignora y lo que se omite. Se necesita del mundo para darse cuenta del valor propio
de los conceptos que atan a los individuos. En la actividad lectora se vuelve
fundamental ser capaz de llevar el juego del autor que no aleja ni censura la
carga semántica que le expresa a las palabras en definitiva, según su propia
concepción.
Los personajes se construyen y se
nombran por el concepto que representan, sus movimientos e introspecciones se
controlan plenamente para dar a entenderlo. Entre ello se encuentra el hombre
que se aísla constantemente, pues el individuo se niega en la interacción con
los otros, es la ideología que apresa la existencia del yo.
El desprecio por el otro debido a la
incertidumbre de su identidad, conlleva a la siempre existente necesidad del
retorno a la familiaridad, la captura de la memoria y el llamado de la
nostalgia; porque se halla parte de la esencia en la experiencia; el mayor
rasgo de esta preocupación se encuentra en Tamina, ya que El Libro de la risa y el olvido es para ella, pues la magia que
carecían los eventos cuando los vivía se busca permanentemente en sus
recuerdos, la experiencia de olvidar en Tamina es diferente, pero se prolonga
en los personajes de Kundera; es básico porque siempre se puede descubrir a lo
que se les relaciona y a lo que se aferran. La intención es clara e
inconfundible:
“De la misma forma que Jaromil, protagonista de la
novela [La vida está en otra parte],
"prolongación" de Victor Hugo y de Rimbaud, es la culminación
grotesca de la poesía europea. Jaroslav, de La broma, prolonga la
historia milenaria del arte popular en la época en que éste está a punto de
desaparecer. El doctor Havel, en El libro de los amores ridículos es un
don Juan en el momento en que el donjuanismo ya no es posible. Franz, en La
insoportable levedad del ser es el último eco melancólico de la Gran Marcha
de la izquierda europea. Y Teresa, en su pueblo perdido de Bohemia, no sólo se
aparta de toda la vida pública de su país, sino "de la carretera por la
que la humanidad, "ama y propietaria de la naturaleza", marcha hacia
adelante.”
Se habla de miseria
moral en las constantes representaciones de la existencia, dentro de los
personajes kunderianos, y es la
debilidad la categoría que le generaliza, con cierto dejo de ridiculización y
aquella fuerza semántica que violenta nuestras expectativas del ejercicio
narrativo; exponiendo nuestras propias experiencias, nuestra carga existencial
en las palabras que leemos, que escogemos utilizar y el momento en que se
utilizan. Es esa misma violencia la que te obliga alejarte de la lectura en
cierto punto, ya que se vuelve pesado, cuya densidad está fundada en la
semántica que trasfieren las narraciones en la obra kunderiana. Como se dice: “Kundera es nuestro cronista de la bajeza”.