Durante la
noche, escuché un sonido que me despertó de mi profundo sueño, llenándome de
una terrible ansiedad, así que me levante del lecho en el cual yacía, sólo para
buscar de donde provenía aquel extraño sonido, primero, miré bajo mi lecho,
luego, por la ventana, desde la cual vi una sombra en el patio trasero, parecía
ser la de un hombre, mi corazón comenzó a acelerarse, me alejé de la ventana,
muy aterrada, en ese mismo momento escuché como trataban de abrir la puerta que
daba al patio; estaba segura que no podía ser ninguna otra persona, puesto que
me encontraba sola y el perro no había hecho sonido alguno. Abrí la puerta de
mi habitación, miré por el solitario pasillo, caminé por el y bajé las
escaleras, al llegar al final, con los pies sentí un bulto, di un pequeño salto
hacía atrás debido a la impresión de ver, con la poca luz que se filtraba por
alguna ventana, a mi perro inmóvil, ¡estaba muerto!; pasé por un lado, sentí un
líquido espeso bajo mis pies, la sangre de mi mascota, cerré los ojos,
esperando que fuera un sueño, le silbé por última vez, esperando que se
levantara y saliera antes que yo, como cuando salíamos a cazar al bosque
cercano, fue entonces cuando volví a la realidad, ¡firulais estaba muerto!
De pronto
escuché el crujir de las hojas y el aullar del viento, intentando contener el
pánico que en mi se extendía, caminé hasta la puerta del patio trasero, la abrí
con extremo cuidado y ahí estaba él, mirándome con sus ojos inyectados en
sangre, sentí un terrible escalofrío, una punzada y entonces...
...¡Desperté!
Me levanté
de mi lecho, salí de la habitación, avancé por el pasillo, otra vez temerosa,
bajé por las escaleras, y ahí estaba mi perro, volví a sentir su sangre bajo
mis pies, miré mi ropa cubierta de sangre, un dolor se extendió por todo mi
cuerpo, caí al suelo, poco antes de la inconsciencia, miré la puerta del patio
trasero abierta y a lo lejos la figura de un hombre.
Cuento colectivo de:
Vanessa (my self)