He
recibido constantes solicitudes de amistad en los últimos meses, algo bastante
fuera de lo común para la actividad a la que estoy acostumbrada en Facebook. Me
llama la atención como la idea de mí, que es lo qué vendo en un perfil de
Facebook, puede atraer a tantas personas. Quiere decir que hay quién se molesta
en buscarme, o hay quién se toma muy en serio las recomendaciones de amistad
que te suelta un algoritmo. Tenemos un par de amigos en común ¿eso significa
que tenemos que relacionarnos? Esto me asusta sobremanera puesto que la persona
que publica ahí no es real, no es más que una foto de perfil, cuidadosamente
escogida, con uno o varios filtros. Todo lo que dice ese perfil fue pensado y
elegido a conciencia, las fotos que se muestran, las descripciones que se
hacen, algún apodo, nombre de usuario, situación sentimental, dónde estudio,
dónde vivo, todo eso está perfectamente controlado ¿Cómo alguien que no me
conoce puede elegir interesarse en mí por lo poco que decido mostrar? Fácilmente puedo ser categorizada: la que estudió tal cosa, la que hace tales cosas, la que toca tal instrumento ¿Dónde queda todo lo demás?
Ahora bajo esa idea sólo puedo pensar en cierta
frase que me dijo cierta persona la primera vez que se puso en contacto
conmigo: “me llamo la atención tu foto de perfil”. Aunque agradezco que esa
persona se haya puesto en contacto conmigo, parece que ahora lucho
constantemente con esa idea. Lucho con la bella y vacía promesa que esa selfie cuidadosamente escogida, retocada
hasta el infinito ofrece; la vacía promesa de alguien interesante o incluso
atractivo, contra mí, la persona imperfecta que escribe estas palabras, que
vista en vivo luce, probablemente, diferente; que despliega sus errores e
inseguridades a la mínima oportunidad, que se ha quebrado más de una vez, que
es sumamente frágil ¿puedes ver eso en un perfil de Facebook? ¿Me eliges a mí o
a mi foto de perfil?